Hola a todos.
Creo que este tema es muy extenso y propenso a opiniones distintas, a continuación os comento las mías.
En mi opinión la educación tiene infinidad de propósitos, la diferencia está en cuáles de ellos son llevados a cabo, cuales se ignoran, los que simplemente se dan por hechos, los que se creen inservibles, los estrictamente necesarios, los desconocidos por muchos o los que van surgiendo día a día.
En este momento estamos en nuestro primer año de Magisterio y por ello estamos muy abiertos a todo lo que nos enseñan para llegar a ser un buen maestro, pero es verdad que de la teoría a la práctica tiene que haber una gran diferencia, desde fuera se ve fácil, te marcas unos objetivos innovadores, pretendes ser cercano a tus alumnos, confías en que vas a disfrutar con tu trabajo y que lo más importante para ti, tus alumnos, van a estar deseando que entres por la puerta preparados para la clase y con gran motivación, todo esto estaría genial siempre y cuando no seamos nosotros los que perdamos la motivación, creo que para poder conseguir todo esto hace falta dedicación, paciencia, implicación, fuerza de voluntad, tesón y lo más importante vocación.
Supongo, que como yo, pensáis que nunca vais a caer en la rutina de aquel profesor que nunca se aprendió tu nombre,que su único propósito era que nos quedara claro tooodo lo que sabía, que su clase era una pesadilla ya que se limitaba a hacerte ver que él era un ser superior y tú una simple piltrafilla que nunca le llegaría a la suela del zapato, y que atender en su clase era como ver un telediario en el que te avasallan a información y nunca tienes voz ni voto, por esto, creo que deberíamos tener dos propósitos en la educación a partir de ahora, el primero de ellos referido a nuestro propósito como estudiantes de Magisterio de Educación Primaria, creo que durante estos cuatro años de carrera deberíamos ser para nuestros profesores aquellos alumnos con los que soñamos encontrarnos en nuestro futuro como docentes, ellos hacen por nosotros lo que en un tiempo nosotros haremos por otros estudiantes, debería de sernos fácil ponernos en su lugar , ya que nos estamos preparando para ello, y comportarnos con ellos como nos gustaría que lo hiciesen nuestros futuros alumnos con nosotros, y por otro lado nuestro propósito como docentes creo que simplemente debería basarse en recordar a aquel profesor infumable del que hablaba antes y no caer en su mala estrategia aun cuando estemos desmotivados, cansados o impotentes, en esos momentos es cuando sacaremos nuestra vocación que ha sido la llave que nos ha abierto este mundo, el mundo que ojalá nos lleve a ser ese profesor que un estudiante de Magisterio quisiera ser.
Coincido contigo, lo más importante a la hora de dar clase es ser constante y no perder el ánimo (bueno, es lo más importante en todo, pero a la hora de dar clase lo es más); y, sobre todo, espero que cada vez haya menos profesores tipo técnico (creo que era ése, la verdad es quen no me acuerdo bien)
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